La Teología Pesimista y su impacto social.

Toda mi niñez he creído en Dios, en mi adolescencia dejé de creer por un breve lapso, y volví a creer de nuevo al entrar en mi juventud. A diferencia de otras personas que pierden su fe en la universidad, yo empecé a asistir a una iglesia cuando estaba en el segundo año de mi carrera. El motor de esta decisión fueron los milagros y el conocer a Jesucristo.

Un tiempo antes de empezar a congregarme comencé a leer la biblia, hoy en día continúo haciéndolo, y algo que me caracterizaba en ese momento de mi vida eran mi fe y mi esperanza, quizás algo voladas. Fue en ese contexto que algo empezó a pasarme, unas ideas empezaron a filtrarse en mi mente, casi imperceptibles, de esas con las que ni siquiera uno puede luchar porque no sabe que existen, eran las semillas de la teología pesimista, que anda flotando por los campos de la cultura evangélica. Semillas que pronto empezaron a crecer en mí porque, ahora me doy cuenta, cayeron en una buena tierra rica en frío egoísmo.

Todas las personas en algún momento de nuestras vidas hemos desarrollado algún tipo de teología y creo que, por la amplitud del concepto, no hay dos personas en el mundo que coincidan en absolutamente todos sus puntos teológicos.

La teología pesimista, se caracteriza por carecer de esperanza para este mundo, y si bien reconoce las glorias de una vida eterna, no tiene mucho más para ofrecer a esta creación tan vituperada. Esta melancólica corriente de pensamiento es a su vez uno de los principales pilares que sostienen el abandono actual de la conciencia ecológica y social por parte de la iglesia.

En los tiempos de la primera guerra mundial y de la mano de algunos teólogos de esa época, se introdujo entre los grupos protestantes la “teoría premilenialista”. Esta teoría ofrece la visión del presente “mundo malo”, completamente irredimible e inmejorable, y predice que el proceso de deterioro del mundo (Ecológico, político, social, económico, etc.) seguirá avanzando hasta la segunda venida de Jesucristo, quien entonces establecerá su reino milenial sobre la tierra. El argumento es, entonces, que si el mundo continuará empeorando y si únicamente Jesucristo lo restaurará cuando venga, ¿Qué sentido tiene tratar de mejorar la sociedad ahora? ¿Qué significado tiene cuidar a una creación que de todas maneras se irá destruyendo paulatinamente hasta el fin?

Es sorprendente como una teoría como ésta, totalmente absurda, anti bíblica y contradictoria con el mensaje de Jesucristo puede surgir de la iglesia misma y afectar tanto a los creyentes cristianos que tienen aún en sus corazones vestigios del egocentrismo y egoísmo del viejo hombre que no se han podido extirpar. Porque algo grave es que el pesimismo, la desilusión y la desesperanza hayan sumido al que en otro tiempo se conoció como “el pueblo de la esperanza”, pero más grave aún es encontrarnos inventando teologías que sustenten ese pesimismo.

Digo que esta teología pesimista es totalmente anti bíblica y contradictoria con el mensaje de Jesucristo porque el tema prominente de él fue siempre el Reino de Dios, un reino en crecimiento, como la semilla de mostaza, como la levadura. Un reino que comienza por poco y va ganando terreno hasta ser inmenso, va conquistando todo para el bien de la creación. 

Si interpretamos lo que realmente dice Cristo en su mensaje del Reino de Dios podríamos llegar a la conclusión de que si los creyentes cristianos haríamos bien nuestra parte, en lugar de un mundo cada vez más contaminado podríamos tener un mundo cada vez más limpio y cristalino, en lugar de extinguirse especies por causa del hombre este cuidaría para que esto no acontezca, en lugar de extraerse los recursos de manera no sustentable para el beneficio de unos pocos nos organizaríamos para que todos tengan acceso a ellos, tanto hoy como mañana, en fin, el Reino de Dios estaría creciendo.

Esta bola de males que aquejan a la sociedad es una bola que el cristianismo, y sólo el cristianismo puede frenar, si se dispondría realmente a hacerlo.

Muchas veces cuando hablo de esto me dicen: “La biblia dice que todo irá para peor”, sin embargo, yo no encuentro que la biblia digo eso. De verdad lo busco y no lo encuentro. Y estimo que no está nada bien querer hacer decir a Dios algo que no dice para justificar nuestro estilo de vida sumergido en la pasividad y comodidad. Porque el corazón de la teología pesimista está en pensamientos como este.

Hay quienes dicen: "Porque en el fin de los tiempos todo irá peor" pero yo pienso: ¿Quién sabe cuando será el fin? Hay que estar siempre preparados pero, ¿Y si nos estamos equivocando en nuestra interpretación de las "señales del fin de los tiempos" y Dios determinó que la humanidad viva 100.000 años más? ¿Que hacemos con nuestro planeta mientras tanto? ¿Nos vamos a matar por un vaso de agua y comer entre nosotros?

Porque el eminente regreso de Jesucristo debe ser el motor para una vida de entrega y santidad, una existencia abocada totalmente al cuidado de su creación y la expansión de su reino, no una excusa para descuidar estas mismas cuestiones.

Vale aclarar que el Reino de Dios, que según las enseñanzas de Jesús va a ir creciendo, no es la cristianización misma de la sociedad como algunos piensan, sino que es el gobierno divino de Dios sobre la vida de aquellas personas que reconocen quien es Cristo. Ahora bien, son estas personas con sus vidas transformadas por Dios las que obran en conjunto por el bien de la creación y la sociedad, siempre y cuando se hayan desprendido del egocentrismo y egoísmo.

Digo egocentrismo y egoísmo porque si se analizaría estadísticamente a la población cristiana encontraríamos que algo que nos caracteriza es primariamente nuestra preocupación egoísta por “salvar nuestra alma”. Otra cosa que nos distingue es el egocentrismo que sustenta nuestro estilo de vida personal y social que promueve un importante deterioro de la creación. También nos destacamos por la orientación hacia el más allá y la vida eterna, acompañada de la indiferencia y aún la aprobación tácita de los sistemas políticos y sociales autodestructivos, desiguales, crueles  e injustos.

Por lo tanto, creo que los cristianos de hoy en día necesitamos corazones que quieran servir a Dios realmente y que estén sustentados por una  fe bíblica, funcional y oportuna. Debemos volver nuestra atención a la soberanía de Dios y a su acción redentora en la historia, dándole más atención al tema del Reino de Dios, recordando como los creyentes de otros tiempos han propiciado cambios sociales positivos en sus sociedades (Abolición de la esclavitud, lucha contra el racismo, etc.) y promoviendo una teología de la esperanza, que hable de la justicia en lo económico, político y social, en armonía con lo ecológico y que luche por la liberación total de toda persona y de la creación. Hay que abandonar todo tipo de teología pesimista que sólo prevé la destrucción de este mundo y optar por una que espera su perfecta redención por un proceso de muerte y resurrección. Hay que dejar de ver al mundo sin esperanzas, como el reino de Satanás y que va camino a una aniquilación sin remedio y comenzar a verlo como lo que es realmente.

Porque el mundo que nos rodea no es más que el escenario en el que Dios mismo sigue empeñado en ofrecer redención a las personas a través de Cristo.

Este tipo de teología del reino lleva a la proclamación de un evangelio más integral y a un compromiso cristiano más radical. La iglesia deja de ser una institución meramente religiosa para transformarse en una verdadera agencia del reino. Como tal, hace propios los dolores y sufrimientos de las personas, los animales, las plantas, los insectos y demás seres vivos del mundo y les ministra con poder y autoridad de Dios, respondiendo de manera inmediata a todas sus necesidades.

¡Abajo a las teologías pesimistas y arriba las banderas de la esperanza que por tanto tiempo han enarbolado los ciudadanos del Reino de Dios!
¡Volvamos a ser la esperanza que el mundo necesita! :D