Crecer

En algún rincón de América Latina, una pequeña población vivía a orillas de un lago que le proveía grandes peces y agua de calidad. Como estos recursos abundaban, vendían peces y agua a otros pueblos. Parecía una situación ideal. Los ingresos aumentaron, y a ello le siguió el crecimiento de la población. La superficie ocupada se expandió significativamente, el uso del lago se intensificó y la presión sobre el ecosistema aumentó de manera notoria. Al cabo de un tiempo, los peces se agotaron y el lago estaba seriamente contaminado. El pueblo había crecido en forma desmedida, desorganizada y con desigualdades.

Salvando las diferencias, algo similar sucedió en los últimos 200 años a nivel global. Crecimos demográfica y económicamente como nunca antes, y pusimos al ecosistema global en jaque: contaminación, calentamiento global y pérdida masiva de biodiversidad. En otras palabras, agotamos los recursos y servicios de un ecosistema que, aunque enorme, sigue siendo finito (opuesto a infinito). Nos hicimos tan demandantes en recursos y energía, que hicimos que la Tierra nos quede chiquita. Increíble, no?

El movimiento de de-crecimiento apunta a un "proceso colectivo y deliberado de reducción de la producción y el consumo, y a una resignificación del rol del mercado y los intercambios comerciales como principio organizativo central en las vidas humanas" (1). Es decir, que no todo pase por querer incrementar las exportaciones, crear nuevas empresas y poseer cada vez más. Estas ideas están generalmente ausentes de las discusiones políticas, económicas y ambientales. Se trata de algo muy difícil de aplicar, especialmente a escalas macroeconómicas. En casi todos los lugares del mundo serían medidas mal recibidas, ya que un aspecto fundamental del sistema mundial actual es recibir dinero por exportaciones para tener abundantes recursos económicos y materiales, y con ellos mantener una sociedad fuerte y satisfecha (suponiendo una justa distribución, que por cierto no es común y es todo un tema aparte). Por otro lado, es poco probable que alguna de las potencias tome la iniciativa de de-crecer: con ello estaría cediendo inmediatamente el poder a otra nación.

Quizás haya una relación con lo que se conoce como la "tragedia de los bienes en común" (2). En carencia de regulaciones y permisos, un bien común como un lago, un bosque, un campo, puede ser explotado por cualquiera y en forma desmedida. Hay un rédito a corto plazo para los más rápidos, y luego el costo de haberlo agotado y arruinado se divide entre todos. A pequeñas escalas es algo que puede lograr controlarse por medio de normas y permisos, pero a nivel global, donde el bien común es el planeta mismo, llegar a acuerdos es definitivamente difícil, quizás imposible.

Una de las principales esperanzas son siempre las iniciativas y los movimientos que se dan en la base de la sociedad (o ‘grass-roots’, del inglés, que hace referencia a las raíces del pasto). Su efecto no es inmediato, no es visible en el corto plazo y a gran escala. Pero están, y con frecuencia se convierten en nuevas tendencias, y adquieren mayor tamaño y visibilidad.

Cada persona que decide bajarse del tren del consumismo para caminar en un espíritu más comunitario es un paso más hacia el tan difícil decrecimiento. Es un proceso lento, y si dependiéramos solo de ello para lograr un equilibrio, quizás no sería suficiente. Pero es una parte necesaria, y es un reflejo de otro tipo de prioridades, otro tipo de principios, un reflejo de otro tipo de luz.

A nivel personal, quien 'de-crece' se permite crecer en otros aspectos. Es imposible crecer en todo sentido. Es difícil convertirse en el mejor deportista del planeta y ser al mismo tiempo el mejor escritor. Es difícil tener un enorme éxito económico y, en paralelo, crecer espiritualmente en la misma medida. Es difícil servir a Dios y al dinero. Elegir una vida más frugal y sencilla es definitivamente un camino más espiritual, de mayor conexión con Dios, con el prójimo y con la Creación en todas sus dimensiones.

Lectura adicional
Blog de la Casa del Ciruelo

Referencias
(1) Sekulova, Filka, et al. "Degrowth: from theory to practice." Journal of Cleaner Production 38 (2013): 1-6.
(2) Hardin, Garrett. "The tragedy of the commons." Science (1968): 1243-1248.

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